Javascript – Jaime Foote Blog https://laviacrucis.net Pensamiento, Teología, Lectura y Arte Tue, 04 Dec 2012 06:08:28 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.2 192242796 El Coraje y La Cruz del Liderazgo https://laviacrucis.net/hello-world-2-2/ Sun, 11 Nov 2012 15:50:50 +0000 http://theme.dev/sprout/?p=1 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo,
vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios
– Hechos 7:55

En parte como balance para un blog anterior (“¿Así que eres profeta?”) y en parte porque ha sido un tema de aprendizaje para mí en lo personal, me llama la atención la historia de Esteban, primer mártir de la era cristiana. Y me parece que la palabra clave en su historia es: coraje.

 

Usamos con frecuencia la palabra “coraje” para expresar el enojo que sentimos cuando las cosas no son o no salen como hubiéramos querido; mas no es ésa la definición que veo aquí, sino la original, derivado del francés courage (de coeur): tener corazón. Coraje es la valentía que nos faculta para tomar posturas difíciles, movernos frente a amenazas, proceder en medio de oposición, y arrojarnos hacia un objetivo señalado por Dios.  Es el deseo de vivir, combinado con la disposición de morir.
Veo en el caso de Esteban (Hechos capítulos 6 y 7), 8 factores de coraje, que permitieron que Esteban “durmiera” agradando a Dios:
1. Esteban era un hombre completo.
2. Esteban vivió intencionalmente el poder del evangelio.
3. Esteban, al ser acusado, no se defendió, sino proclamó a Dios.
4. Esteban puso su mirada en Cristo resucitado y reinando desde el cielo.
5. Esteban aprovechó la oposición y el conflicto para poder señalar la gloria de Cristo.
6. Esteban aceptó repudio y martirio, así como su Señor.
7. Esteban encomendó su alma a Dios, así como lo hizo su Salvador.
8. Esteban hizo intercesión por sus adversarios, siguiendo el ejemplo de Cristo.
El general romano Scipio Africanus (202 a.C.) dijo que el coraje consiste en entrar a la batalla listo para desechar tu vida, y así ganar la victoria a todo costo. Algo que noto en la historia de Esteban es que parece que la probabilidad de muerte no era una consideración. Ciertamente él sabría cuáles eran las intenciones de sus enemigos; pero parece ser un asunto tan trabajado en su vida, que la probabilidad de muerte simplemente ya no entraba en consideración: ya había desechado su propia vida.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Como líder espiritual, surgen situaciones que, al enfrentar bíblicamente los intereses humanos, las inseguridades, agendas, y demás, implican un costo. El costo puede ser, y con frecuencia es, distanciamiento y pérdida de amistades. En serio, da miedo contemplar el costo personal del liderazgo espiritual. El costo incluye la necesidad de persistir, sin ser afectado o movido por las consecuencias que son parte del costo de cargar la cruz del liderazgo.

Francis Chan presenta un ejemplo gráfico tomado de gimnasia olímpica: que por el temor a consecuencias negativas, no intentamos nada, prefiriendo vivir en la zona de más seguridad de la vida. El problema es que la calificación por parte de los jueces se basa en lo difícil que sea el trabajo en la barra, con el grado de riesgo implícito en hacerlo. Obvio: cero intento, con cero error, da una calificación de cero.
Entonces el liderazgo espiritual tiene en sí un grado de dificultad, y un grado de riesgo. De ahí estoy aprendiendo que lo mismo que me da temor en el liderazgo, al mostrarme el grado de dificultad y de riesgo, simplemente es el indicio del grado de gloria que será manifiesta por cargar la cruz—la cruz del liderazgo.
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” – Gálatas 6:14
]]>
1895
El Anhelo de lo Eterno https://laviacrucis.net/video-format-post/ Wed, 27 Jul 2011 11:52:56 +0000 http://demo.wpbandit.com/peak/?p=66 “Cuando has eliminado lo imposible, lo que quede,
por improbable que sea, tiene que ser la verdad.”
Esta regla tan famosa es realmente la base de todo tipo de investigación. Y es sobre esa regla que tropieza cada uno de nosotros casi al diario en sus juicios y prejuicios, tomando decisiones y formando conclusiones durante toda su vida.
Clasificamos eventos, deseos, aun a personas entre “imposible” o “improbable” con bastante ligereza, olvidándonos del simple hecho de que si algo es improbable, hasta muy improbable, es sencillamente porque ha sido difícil probarlo; pero no lo podemos descartar como imposible. Por ejemplo, si la selección mexicana de futbol nunca ha rebasado cuartos de final en la Copa Mundial, podemos decir que es improbable que lo haga en el futuro; pero no podemos decir que sea imposible. El hecho de que algo nunca ha sucedido no implica que no pueda suceder (aquí se inserta un suspiro con fervor…).
Aun el más renegado ateo, al afirmar la existencia del universo sólo por coincidencia, se topa con un problema insuperable: obvio no es imposible que exista el universo, porque sí existe. Entonces se calculan las probabilidades de que llegue a existir el universo como está (“probabilidad” indica que se puede probar) y la probabilidad matemática es una cifra súper-exponencial (1 entre 100 mil millones seguido por 123 ceros más) tan escasa que en términos humanos, es cero. La probabilidad de que se forme ADN para que haya vida orgánica es virtualmente cero (10 seguido por 40,000 ceros). En estos cálculos además tenemos que tomar en cuenta la existencia de suficiente gravedad de masa y la fuerza electromagnética para mantener neutrones y protones en unión durante suficiente tiempo (neutrones libres se desintegran en minutos) para establecer los elementos, entre ellos el carbón, para que vida orgánica exista, y se mantenga en existencia, y se desarrolle…y que tú estés leyendo estos comentarios—?
Ciertamente improbable, pero aquí estás.
Al llegar a este punto, es muy fácil saltar a la conclusión de que todo aquello tan complicado, con cifras indecifrables (al menos para “laicos”) sucede para que tú y yo estemos aquí. Es exageradamente improbable; tan así que sería locura buscar el propósito de la existencia en la existencia misma. Hay una propuesta acerca de esto, que llaman el “Principio Antrópico”, que sugiere que todo esto existe para que pueda existir el ser humano. Es débil ese principio, no sólo por las muchas razones de física y bioquímica, sino hasta por razones filosóficas.
A saber: si todo lo que existe resultara ser una plataforma—con diseño inteligente, hasta de un Creador—para que en esa plataforma pudiera existir el ser humano, y pudiera saber (se supone) que todo fue creado con la mira al ser humano, entonces deberíamos encontrar enorme y plena satisfacción, y sentirnos totalmente realizados…sólo por existir en medio del universo. Pero no es así.
Entonces, ¿qué nos queda?
Es evidente que cabemos y encajamos muy bien en el universo. A pesar de todo tipo de cambio, nos adaptamos muy bien. Esperamos buenos momentos, y nos deprimimos o nos desesperamos si no se cumple nuestra esperanza, y esa esperanza es muy resistente.
El filósofo y autor cristiano C.S.Lewis lo expresó así: “Si descubro en mí un anhelo de algo que en este mundo nunca encontrará satisfacción, debo considerar que fui hecho para otro mundo.”
Por ejemplo, en un universo en que no existe el chocolate, sería absurdo que yo encontrara en mí un anhelo de chocolate. Ni siquiera habría una palabra “chocolate”. Imposible. Lo normal sería que, por haber probado el chocolate, después quisiera probarlo nuevamente. (¡Hasta es muy probable!)
¿Qué sucede en el caso de alguien que nunca ha probado chocolate, tampoco sabe cómo se llama, pero que, habiendo probado todos los sabores que hay en el universo, anhela chocolate? Claro, es improbable el hecho de que él tenga ese anhelo (sus amigos le dirían loco) pero no es imposible, porque en ese universo el chocolate sí existe. Tal vez nunca en su vida llegue a probar chocolate, pero no es absurdo que lo anhele.
Ahora, descubro en mí un anhelo. Hay cosas en el universo que se parecen a ese anhelo, pero ya las probé, y no son lo que anhelo. Voy eliminando lo imposible, y me quedo con algo muy improbable; las cifras son exponenciales: aun viendo que la probabilidad es casi cero, sigo anhelando. Me siento compatible con el universo, pero no satisfecho. Anhelo lo eterno.
¿Qué tal si el universo—inclusive yo—fue hecho con otro fin? ¿Qué tal si el universo—inclusive yo—sí es una plataforma, pero no para conocerme a mí mismo, sino para conocer al que diseñó todo? “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas.” (Romanos 11:36)
Si el chocolate existe, es normal anhelar chocolate. Si Dios existe, y descubro en mí el anhelo de lo eterno, mi anhelo no es absurdo. Si Dios existe, hay que conocerle (ver video). Tal vez nunca en mi vida me quede satisfecho, pero mi anhelo no es absurdo.
“En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho
cuando despierte a tu semejanza.” – Salmo 17:15
]]>
66